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Crisis Ambiental y Conciencia Generacional: Hacia un Desarrollo Sostenible

  • Foto del escritor: Maria Salinas
    Maria Salinas
  • 18 ago 2024
  • 6 Min. de lectura



Crisis Ambiental y Conciencia Generacional: Hacia un Desarrollo Sostenible

Iniciaremos nuestro ensayo definiendo los conceptos: Desarrollo y Sostenible, y la interrelación entre ambos.

Desarrollo implica cambios y procesos para lograr mejoras o avances en una sociedad. Sostenible nos indica que todos los recursos utilizados para lograr estos cambios o procesos deben mantenerse sin afectar los recursos que serán necesitados en el futuro. Entonces, si nos referimos al medio ambiente, diríamos que el desarrollo sostenible se refiere a aquellos cambios o procesos que se deben dar para gestionar el medio ambiente, cubriendo las necesidades actuales sin sacrificar los recursos que necesitarán nuestras siguientes generaciones.


Nos preguntamos: ¿Qué ha pasado en el transcurso de la historia de la humanidad con nuestro medio ambiente? ¿Cuándo se comenzó a deteriorar? Podemos remontarnos a diferentes etapas de la historia y analizar el efecto que tuvieron diversos acontecimientos.


La Revolución Industrial, que comenzó en el siglo XVIII, tuvo un impacto profundo y duradero en el medio ambiente. Este período marcó el inicio del uso intensivo de combustibles fósiles, como el carbón y, posteriormente, el petróleo, para alimentar fábricas, transportes y hogares. Esto llevó a un aumento drástico en la emisión de gases contaminantes, como dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2) y otros contaminantes que han contribuido a la contaminación del aire, la lluvia ácida y el cambio climático.




La expansión de las ciudades, la construcción de infraestructuras y la explotación de recursos naturales (minería, tala de bosques, etc.) llevaron a la destrucción de hábitats naturales y la pérdida de biodiversidad. Las industrias liberaban grandes cantidades de desechos químicos y residuos tóxicos en ríos y cuerpos de agua sin tratamiento adecuado, contaminando fuentes de agua y afectando tanto a la vida acuática como a las poblaciones humanas que dependían de estas aguas para su supervivencia.

Otros acontecimientos que afectaron inmisericordemente el medio ambiente fueron la Primera y Segunda Guerra Mundial:


La Primera Guerra Mundial, que se llevó a cabo entre 1914 y 1918, trajo consigo la destrucción de vastas áreas de tierra debido a las trincheras, bombardeos y explosiones. Los campos de batalla en Europa, particularmente en Francia y Bélgica, quedaron devastados, dejando el suelo estéril y los ecosistemas locales destruidos. Las trincheras y las batallas a gran escala generaron una gran cantidad de desechos, incluidos municiones sin detonar, productos químicos tóxicos y restos de maquinaria militar, que se filtraron en el suelo y las fuentes de agua, afectando la salud ambiental y humana.


El uso extensivo de armas químicas, como el gas mostaza, no solo causó muertes humanas, sino que también envenenó la tierra y las aguas, afectando la flora y fauna de las zonas afectadas. La necesidad de madera para trincheras y otros propósitos militares llevó a la deforestación en muchas áreas de Europa, contribuyendo a la pérdida de hábitats naturales y alterando el equilibrio ecológico en esas regiones.

La Segunda Guerra Mundial, desarrollada entre 1939 y 1945, provocó la devastación de ciudades y paisajes debido a los bombardeos aéreos, particularmente en Europa y Asia. Estos bombardeos no solo destruyeron infraestructura, sino que también alteraron radicalmente los paisajes, contaminando el aire, el suelo y el agua con escombros y sustancias tóxicas. El uso de bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki introdujo la contaminación radiactiva a gran escala, con efectos ambientales y de salud que persisten hasta hoy. La radiactividad afectó la flora, la fauna y el suelo en las zonas afectadas, provocando mutaciones y daños a largo plazo en los ecosistemas, además de afectar a innumerables vidas humanas tanto a corto como a largo plazo.

La guerra aceleró la explotación de recursos naturales a escala global, incluyendo petróleo, minerales y bosques, para alimentar el esfuerzo bélico, lo que llevó a una mayor degradación ambiental y agotamiento de recursos en diversas regiones del mundo. Los combates navales, los hundimientos de barcos y el vertido de petróleo en el mar durante la guerra causaron graves daños a los ecosistemas marinos, con muchas áreas costeras y marinas sufriendo la contaminación por petróleo y otros desechos bélicos. La guerra también obligó a millones de personas a desplazarse, dejando tierras agrícolas abandonadas o destruidas, lo que llevó a la degradación del suelo y la pérdida de capacidad productiva. En algunos casos, la agricultura se vio alterada por la contaminación del suelo con productos químicos y explosivos.


En resumen, ambas guerras mundiales tuvieron impactos ambientales devastadores que afectaron los ecosistemas, la biodiversidad y los recursos naturales, con consecuencias que se sintieron mucho después de que terminaron los conflictos. Estos efectos negativos subrayan la conexión profunda entre las actividades humanas, especialmente la guerra, y el medio ambiente.

Adicionalmente a los efectos directos causados en el medio ambiente, surgió otra repercusión como consecuencia de estos acontecimientos históricos: el consumismo.

Con la Revolución Industrial en Europa y Estados Unidos, la producción en masa se convirtió en una realidad. Después de la Primera Guerra Mundial, especialmente en los Estados Unidos, hubo un aumento significativo en la producción y consumo de bienes de consumo. Posteriormente, después de la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente entre los años 1945 y 1960, las economías de los países occidentales experimentaron un crecimiento rápido y sostenido, lo que llevó al auge de la clase media y la expansión del crédito al consumidor.

Con la globalización y el desarrollo de la tecnología digital en el siglo XX hasta la fecha, el consumismo se ha intensificado. La globalización ha permitido que los productos se fabriquen y distribuyan a escala global, mientras que la publicidad y las compras en línea han facilitado el acceso a bienes y servicios de todo el mundo. La cultura de la gratificación instantánea también se ha vuelto más prominente, con la facilidad de adquirir productos rápidamente.

El surgimiento del consumismo impulsó un uso irracional de los recursos naturales para abastecerse de materias primas. En muchos casos, se hizo un uso desmedido de los recursos, sin una real conciencia del impacto a largo plazo.

A lo largo de la historia podemos analizar cual ha sido el comportamiento ante el cuidado del medio ambiente de las diferentes generaciones, de loas cuales ante un análisis y en base a diferentes estudios realizados hemos visto variaciones en la percepción y preocupación por el medio ambiente. Las generaciones más antiguas, como los Baby Boomers, crecieron bajo la cultura de consumo sin una conciencia plena de los impactos ambientales. Esta generación, posterior a quienes vivieron la Segunda Guerra Mundial, fue testigo de la rápida industrialización y el aumento de emisiones contaminantes. Aunque existieron perfiles contraculturales, como los hippies, que mostraron interés por los crecientes problemas medioambientales, su influencia no fue suficiente para cambiar el comportamiento general de la sociedad en cuanto al cuidado ambiental.

Posteriormente, la Generación X, hijos de los Baby Boomers, creció en una época en la que el consumo de recursos, servicios y productos se aceleró de manera descomunal. Esta generación se volvió dependiente del automóvil y fue testigo de la migración masiva de los campos a las ciudades, lo que generó mayores emisiones de gases de efecto invernadero.

En contraste, las nuevas generaciones, como los Millennials y la Generación Z o centennials, jóvenes que hoy rondan los 20 años, han mostrado una mayor conciencia ambiental. Esto se debe en gran parte a la educación ambiental que han recibido y a la creciente visibilidad de los efectos del cambio climático y otros problemas ambientales. Estas generaciones, formadas en un contexto de mayor acceso a la información y a la ciencia, tienden a ser más respetuosas del medio ambiente y buscan alternativas más sostenibles en su vida cotidiana.


El deterioro de nuestros recursos es, en gran medida, el resultado del mal uso que la humanidad ha dado al medio ambiente. A pesar de la abundante información disponible hoy en día, parece que aún no hemos tomado plena conciencia de que el daño al medio ambiente repercute directamente en nosotros mismos. Los efectos del cambio climático son obra de la destrucción que el mismo hombre ha provocado.

Hoy, hacemos un llamado a la reflexión sobre la importancia de cuidar nuestro entorno. Invitamos a las instituciones educativas a trabajar más en la creación de programas que inciten a los jóvenes a cuidar la naturaleza. Vivimos en una era donde el individualismo y el egocentrismo dominan, lo que ha llevado a un deterioro de los valores, la ética y los principios. Necesitamos un cambio hacia una cultura de respeto y sostenibilidad que ponga a la naturaleza en el centro de nuestras decisiones.

El desarrollo es necesario y bueno, siempre y cuando no perjudique lo que más adelante necesitaremos. Aunque el deterioro ambiental causado no es completamente reversible, aún podemos detenerlo en alguna medida si actuamos de manera colectiva y consciente.

 

"Sembrando Conciencia, Cultivando Futuro"

"© [2024] María Elena Salinas Moncada. Todos los derechos reservados."

 

 
 
 

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